Tantas cosas por decir y sin poder hablar. La historia de Marcela me conmueve y me llena de impotencia. ¡Qué actitud la de Pablo la de ir detrás de la primer mujer que se le presentó! ¿Se acordaría de su esposa, de sus hijos que tanto necesitaban de él?
Cada noche es un ritual que Marce (creo que con el tiempo que llevo viviendo aquí es adecuado llamarla de ese modo) cumple al pie de la letra. Después de la cena, Alan y Sofía se van a dormir, Marce se encierra en su habitación, espera que no se oigan ruidos y llora abrazada a la almohada.
Hubo un tiempo en el que intenté consolarla, le pedía por favor que me dejara contar todo lo que sabía, aunque fracasé rotundamente. Así que intenté silenciar sus penas en mi mente, al mismo tiempo que me resigné a aceptar mi destino aprisionado en un cajón, anhelando llegar a manos de mi destinatario.
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