Grito, pero nadie me escucha. ¿Acaso hay algo más importante que mi bienestar? Después de todo, si yo me voy, me los llevo a todos ustedes.
No es puro capricho, es realismo. Las cosas como son. Les ofrecí lo mejor de mí, e hicieron una masacre. ¿Por qué dañarme de semejante forma? Yo los quiero como mis propios hijos, y ustedes debieron cuidarme como cuidan a sus madres cuando están enfermas, débiles.
Grité, pero nadie me escuchó. No tuve otra alternativa que manifestarme con mi ser.
Ahora arman campañas para reconstruir a quienes resultaron heridos, lloran sus pérdidas... traté de advertirlos a través de todos estos años y sin embargo me ignoraron. No lo tomen como un reproche, pero soy su casa, su hogar. Mis paisajes no resisten una intervención más y mi fiebre aumenta. Progresivamente. Paulatinamente.
Qué pena me da, que con todo lo que tuvieron a su alcance no sólo no hicieron nada, sino que lo arruinaron. Qué pena me da, que su ignorancia e inconsciencia les impida cambiar de actitud.
Tal vez lo merezcan, y cuando se arrepientan va a ser demasiado tarde. De hecho, hace años que es demasiado tarde...
Muy bueno Iarulina! un reflejo realista y duro... con palabras simples pero efectivas! muy bueno!
ResponderEliminar