9 de julio de 2012

Dos

Una lluvia de madrugada golpeaba tímida sobre la ventana. La habitación escuchaba en silencio mientras te amaba suavecito, revolviéndote. Cuando los abrazos y las caricias ya no tenían dónde refugiarse, me detuviste. Te miré apenada: ¿en qué había fallado? "Esto no me va a hacer bien", dijiste, sabiendo que a mí tampoco. Sólo quería disfrutarte mientras nos tuviéramos.
— Después no digas que no te avisé.
Y me revolviste el pelo, me tuviste entre tus dedos; fuiste el escondite perfecto para mi fragilidad. Después de hacerte unas cosquillas en el cuello, cerré los ojos, me entregué a tu juego y en un susurro pedí que este momento, no terminara más.




Y si de algo me arrepiento, es de no tenerte ahora mismo para volver a vivir en vos.



3 comentarios:

¿Te causó algo? ¿Gracia, odio, empatía, tristeza? Dejame tu comentario, hacémelo saber y compartamos opiniones. No por nada tenemos criterio.