14 de agosto de 2012

Pacto suicida

No te escribo esta carta como una despedida, sino como todo lo contrario. En algún punto, podría considerarse hasta una rendición.
Te escribo para que sepas que ganaste, o que perdimos los dos. Hoy, finalmente, te hago entrega de mi corazón, consciente del daño que me implica amarte.
Lentamente fuiste conquistando cada parte de mi ser, cada aspecto de mi vida. Te atreviste a hospedarte en mi mente para no irte jamás. Y sí, pude haberte olvidado. Pude haberte dicho "hasta acá llegué" en tantas oportunidades que ya parecen haberse esfumado de mi memoria. Todo pudo ser tan sencillo e ideal, pero el pretérito carente de perfección que utilizo, se llevó las probabilidades de que en mi vida no residas.
Hoy quiero atar los cabos sueltos de este amor. Tras la potestad de este notario y este acuerdo que resolví concretar, suelto la pluma en tu mesa de noche y te invito a que, como yo, dejes sin efecto las razones de tu pensamiento y firmes este pacto suicida.

2 comentarios:

  1. Vos comentás como anónimo y yo no sólo muestro públicamente quién soy, sino que comparto lo que hay en mi cabeza para todos los lectores de mi blog.
    ¿Y la loser soy yo? Ay, cuánto error de concepto para trabajar que tenemos ahí. ¡Saludos y gracias por leerme!

    ResponderEliminar

¿Te causó algo? ¿Gracia, odio, empatía, tristeza? Dejame tu comentario, hacémelo saber y compartamos opiniones. No por nada tenemos criterio.