Estoy atrapada en un mundo que, pese a conocerlo de principio a final como la palma de mi mano, hoy veo extraño, ajeno, lejano a mí. Como una pueblerina en la gran ciudad, busco con ojos alarmados la calle que me lleve a destino, pero sólo me encuentro con esos lugares que ya visité y no quiero volver a ver.
Nadie parece notar que no puedo salir. Dementes, alienados, incluso hay quienes se muestran felices, siguen en su túnel unas cuantas instrucciones que yo misma les di y ahora no pueden ayudarme a escapar, a volver a mi punto de partida.
Cree sin límites personalidades múltiples, lugares grandes y pequeños, vidas perfectas, que hoy son mi laberinto; sin embargo se me dificulta inventar a alguien que me escuche, me encuentre y me salve antes de que la inmensidad acabe por asfixiarme.
Estoy atrapada en el mundo de fantasía que cree a mi alrededor para no extrañarte tanto y perdí en algún bar el boleto de regreso a la realidad.
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