22 de febrero de 2013

Sin vos, nada

Un efímero contacto visual fue el comienzo del final. Murmuró unas palabras, que no alcancé a oír con claridad, pero de las cuales dilucidé su significado sólo escuchando las pausas de su voz. Escalofríos me estremecieron al sentirlo tan frío, tan distante. Reconstruí mentalmente recuerdos que no van a volver. Y entonces entendí. Bajé la cabeza para esconder las lágrimas que brotaron cohibidas.

Ya notaba algo en sus ojos, un brillo opacado, un color apagado. Esa llamita en sus pupilas que crecía con cada "Te amo" que le decía se había extinguido y no se encendió otra vez. Y entonces todo comenzó a congelarse. Traté de entibiarnos con el calor de mi intenso afecto, pero no fue suficiente. Un muro de hielo nos confinó e incluso cuando me hacía el amor, lo sentía a cientos de kilómetros.

Quise de mil maneras rescatar algo que se había perdido. Sin embargo, ya no había vuelta atrás. Di media vuelta y corrí a sus brazos, que no volvieron a refugiarme. Comprendí en ese instante que, para mí, era tarde. Comprendí que no podía enfrentarte. Siempre fui demasiado cobarde.

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