20 de marzo de 2013

División de bienes

—Yo no pienso dejar de ver a Camila. ¿Vos me lo pensás negar? ¿Con qué derecho? Es mi amiga también. Lo que pasó y pase entre nosotros nada tiene que ver con mi relación para con ella, es algo que vas a tener que entender. En cuanto a Matías, no me lamento para nada de no tener que volver a verlo. Es como vos, ¿sabés? Últimamente lo notaba muy en mi contra, a la defensiva. Me hacía sentir muy mal, y cuando intenté abrirme a él, no tuvo mejor idea que ir a contártelo todo. Chau, Matías, no valías la pena de todos modos. Pero si corto el vínculo es porque yo lo decido, porque es bueno para mí. No creas que lo hago por vos, ni mucho menos. Después de todo, no merecés que te haga ni el más pequeño favor. Me lastimaste tanto, me decepcionaste.

—Está bien, calmate un poco, porque yo tampoco voy a dejar de escuchar la música que me gusta, ni voy a dejar de ir a los recitales. Y lejos de reprocharte nada, te cuento que vas a vivir en cada canción, en cada acorde. Con el paso del tiempo, dejaré de escuchar las bandas a las que solíamos ir a ver juntos, por una simple razón: no me hace bien sentirte cerca y tenerte lejos. Te extraño, no voy a tolerar pensar en lo que pudo haber pasado y no fue. El masoquismo de recordarte en esa música me va a terminar matando si un día no le pongo fin. Pero aún no sé cuándo llegará ese momento.

—¡Basta! Me cansé de tus mentiras. ¿Podés mirarme a los ojos y serme sincero, tan sólo un minuto? Decime que ya no me querés. Que no significo nada para vos. Decímelo y terminemos de una vez por todas con esto. No quiero seguir pensando que vas a cambiar, o que vas a ser la persona que creí que eras. Que vos me hiciste creer que eras. Decime que conmigo no eras feliz, que estuviste pensando siempre cómo podría yo enterarme que a otra le dabas tu amor. Es lo único que necesito escuchar. Necesito que me digas la verdad. Si en un momento sentiste algo de amor por mí, quiero que me mires y sólo me digas la verdad. por favor.

—Te amo. Siempre te voy a amar. No entiendo cómo podés dudar de eso.

—Pero...

—...Pero no puedo estar con vos y se me hizo difícil encontrar la manera de que lo entiendas. Y evidentemente, sigo fallando. Ojalá me perdones, no quise hacerte mal. Tenés tanto poder sobre mí. Podés romper mi corazón en dos; lo sabés.

—Otra vez con eso no. No quiero romperte el corazón. Vos ya lo hiciste con el mío y te aseguro que no es para nada agradable. Sé que te equivocaste, sé que no sos perfecto y yo tampoco. Pero me enamoré de vos con todos tus defectos. Y tus virtudes, claro está. ¿Por qué no pudiste juntar el valor para animarte a ser feliz conmigo? ¿Por qué, estando tan seguros y tan jugados, tuviste que optar por el camino fácil? ¿En qué momento dejaste de ser franco cuando me decías que me amabas?

—Te sigo amando. No voy a gastarme en repetírtelo, porque estoy seguro de que lo sabés. Ahora te cuesta aceptarlo, pero nunca vas a olvidártelo. O eso espero, porque yo jamás voy a olvidarme de vos. Lo prometí, ¿te acordás? Y no es una promesa con la que cargue, es todo lo contrario. Me gusta tener todos los momentos lindos que pasamos juntos en mi memoria, que no es la mejor pero tiene un lugarcito especial reservado para vos.

—Todavía tenés la ventaja de hacerte amar, idiota. Te odio. No me olvides.

—Vos tampoco te olvides de mí. Incluso hasta prefiero que me odies, es un buen recurso del cual te podés fiar para tenerme presente. Quizás, en unos años, nos volvamos a encontrar. Y ahí sí que no voy a dejarte ir.

—Lo estás haciendo más difícil. Andate ya, no quiero volver a verte. Abrazame. Te amo. No me dejes así.

Entre lágrimas, él la abrazó. Sentía cómo su cuerpo de mujercita temblaba como la primera vez que se vieron. Era una mezcla de nerviosismo con desesperación. En su figura pequeña no cabía más la impotencia de dejarlo ir, pero tenía que hacerlo.
El abrazo se partió. Él caminó hacia la avenida y ella se sentó bajo la sombra de un árbol donde hacía ya 3 primaveras habían tallado sus nombres como símbolo de un amor inmortal, que hoy desamparado, se refugió en su mente desolada.

1 comentario:

  1. Las historias de amor no son buenas para cuando una está en sus días. Casi lloro con el final.
    Me encantó, lástima que como (casi) todo, termina mal.

    ResponderEliminar

¿Te causó algo? ¿Gracia, odio, empatía, tristeza? Dejame tu comentario, hacémelo saber y compartamos opiniones. No por nada tenemos criterio.