¿Encontrarías a alguien como ella?
Era un espanto ver cómo combinaba la ropa sin ton ni son. Estampas mezcladas que daban cuenta de su desinterés por la moda y de su desorganizada mente, en la que sólo había lugar para el arte.
Algo incómoda por su profesión - u oficio, nunca sé diferenciar esos conceptos- de diseñadora. Ella claramente no había nacido para obedecer órdenes. Y sin embargo, allí estaba. De acá para allá al servicio de personas horrendas, que ella detestaba, pero que eran su única manera de ganarse la vida.
Un mural religioso en una casa. ¡UN MURAL RELIGIOSO EN UNA CASA! Definitivamente nunca había deseado estar a las cinco de la tarde pintando un paredón cual Michelangelo en la Basílica de San Pedro.
Qué infamia que sus ideales la vieran en ese estado. Al servicio de burócratas católicos que ya habían hecho de ella un costal de huesos que cada día se deshacía en un solo quejido. Y es que el arte no es para todos. Es para quienes saben disfrutar el dolor de una obra bien hecha. Para quienes entienden el sacrificio que conlleva hacer las cosas con ganas.
Claramente su madre no la entendía. Eso del arte es para los pobres vagos que no quieren estudiar una carrera de verdad, le había dicho y ese fue el pie para mudarse. No era concebible la idea de vivir con un monstruo que la había engendrado pretendiendo convertirla en un abogado defensor de intereses sindicales o contador de plata robada al pueblo.
Ella era feliz con su humilde pero bastante bien remunerado trabajo de vivir del arte.
Murales, caricaturas con estilo propio, remeras pintadas a mano que sus amigos promocionaban a donde quiera que fueran... mirala. ¿Ves esa remera que lleva puesta? Una madrugada con olor a café tuvo la descabellada idea de revolver todas sus prendas hasta encontrar una remera que pudiese pintar. ¿Razón? No había. Ni en ésta ni en ninguna otra situación de su vida. Sólo sintió la necesidad de pintarla. Y nada mejor que un diseño como el Udjat, amuleto egipcio. El favorito de su adolescencia.
Ella no tiene nombre, porque hay muchas en el mundo. Tal vez algún día te topes con una en tu camino. Y quizá, con mucha suerte, tengas la oportunidad de conocerla.
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