Tomados de las manos por siempre y para siempre. "Siempre con vos", le dijo y lo cumplió al pie de la letra. La responsabilidad no le pesaba, justamente porque, más que responsabilidad, era una satisfacción, un placer estar con él eternamente. Porque lo de "hasta que la muerte los separe" es tan falso como creer en que las personas cambian con el tiempo. Y ellos estaban mutuamente unidos en cuerpo y alma, enamorados en un espacio-tiempo sin fin.
Blanco. La falta de matices se veía reflejada en rostros faltos de esperanza. La gente gritaba, lloraba, caminaba a paso apresurado por los corredores.
Ema dejaba caer una lágrima que humedecía sus mejillas rozagantes, pero se recomponía para darle ánimos a Javier. "Todo va a estar bien, vamos a estar bien", pensó y se mintió para sus adentros. Bien sabía ella que no iban a estar bien. Que, de hecho, ella no iba a estar a su lado cuando él despertase. No iba a poder tomarle la mano, no iba a poder acariciarlo, mucho menos besarlo. Eran detalles. Mínimos detalles.
Javier abrió los ojos y sintió haber renacido. Eran otras las vibraciones de su alma. Y, aunque se sentía reconfortado, una ausencia lo colmó de angustia. Porque Ema estaba por siempre y para siempre en su corazón.
magnifique!
ResponderEliminarMe encanta!
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