Me dejé caer en la rutina. Otra vez.
Estas reglas que sigo inconscientemente desde que subo las escaleras para ir a mi curso se repitieron por meses, por años, cada vez que me siento entre cafés y apuntes a intentar rescatar ideas principales para aprisionarlas en esquemas imposibles de olvidar.
Hasta el "esta noche va a ser diferente" es ya una costumbre. Porque bien sé yo que no puedo contra mis obsesiones, que hago uso y abuso de mis facultades académicas, que soy la reina de la evasión cuando de estudiar se trata.
Lisandro y León me cantan para impedir que tire la toalla, y después de tratar de escribir algo que me represente, pongo el punto final a mis minutos de receso y, con la mirada algo perdida, continúo devorando conceptos.
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