29 de agosto de 2013

Psicoterapia en grupo

—Es tu turno. Contanos tu nombre y qué te trajo hasta acá.
—Soy Rafaela.

...

Y la contestación al unísono.
La venía escuchando mientras planeaba mi discurso, pero ver que eso ahora me daba el pie para abrir mi situación a muchas personas, que tal vez podían estar pasando por lo mismo que yo, me hizo inquietar. Intenté seguir y callar mis nervios.

—Estoy enamorada de un muchacho que practica deportes extremos. ¡Haberlo sabido antes! El muy descarado me lo ocultó todo este tiempo.
Llevábamos meses estando juntos. Todas las estaciones nos vieron amarnos tan fuerte que hasta el sol se negaba a salir por las mañanas, atestado de envidia.
Un día, decidió hacer un salto de altura atado a mi corazón y el pobre no resistió. Sabía que al final de la soga había otra mujer esperándolo. Y se entregó al vacío, liberándose en la caída de todo vértigo. Destrozándome por dentro. Renunciando a nuestra historia, la que nos habíamos animado a escribir desde aquella tarde en la que nos vimos por primera vez y supimos que no existía el tiempo, porque en nosotros era eterno.

Éramos eternos, hasta que se fue y la tristeza me mató por dentro.




Estoy esperando

revivir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Te causó algo? ¿Gracia, odio, empatía, tristeza? Dejame tu comentario, hacémelo saber y compartamos opiniones. No por nada tenemos criterio.